por Pedro García
"Algo de fabuloso, de mito, se escondía tras el viaje que emprendimos David Delgado y yo a Lanzarote en el verano pasado: el mar, la travesía en barco y el arrivo a una isla tan particular como Lanzarote. Sugerido por nuestro amigo Carlos Olalla, íbamos hacia lo desconocido, como quien busca un tesoro sin brújula ni coordenadas que nos pudieran guiar. Allí, en esa isla de fuego, nos esperaba Melchor López, hacedor y anfitrión, hilo que nos proponía conectar con el "misterio Pranyko". Stipo Pranyko era el motivo, el tema y la interrogación que pretendíamos desvelar. La casa del artista se nos ofreció como una viva prolongación de la personalidad del hombre; blanca, pura, casi desierta. Repleta de recovecos laberínticos que nos interrogaban a cada paso, fue el dispositivo perfecto para llevar a cabo un acto de depuración. Pranyko se reveló actor natural, instantáneo, y el más joven de nosotros. En su inquebrantable calidez, nos ofreció su simplicidad, su profunda convicción apegada a la tierra, la luz y los espacios. Su voz heterodoxa y, a la vez, única, resonaba por las blancas estancias como un oráculo dispuesto a transmitirnos lo que permanecía enterrado. El documental Stipo Pranyko con cuadros blancos, se nutre de estas y otras vivencias. Nosotros hemos sido seguidores y meros traductores de una mirada y un modo de estar en el mundo que Pranyko, en su generosidad personal y artística, quiso compartir para estar más cerca de él mismo y, también, de todos nosotros".